sábado, 24 de octubre de 2015
jueves, 22 de octubre de 2015
Lemmings o leminos
I.
Quiero
imaginar que la raza humana está a punto de dar un salto evolutivo,
a punto de comenzar a ser una especie inteligente, ya que aún no lo somos, con la
inteligencia emocional jugando en primera linea la gran partida que
se despliega en el tablero. No hay muchos signos de que vaya a ser
así, pero tal vez si escribimos y reescribimos ese guión, el de la
inteligencia, o sea, el de la comprensión, estemos dando a nuestra
especie la posibilidad de adoptar pautas de conducta que nos alejen
de la catástrofe. Por lo pronto nuestras pautas de conducta se
parecen a las de los lemmings, especialmente los del mito del
suicidio colectivo y los juegos de ordenador. Más conocidos por los
juegos de ordenador que por los documentales sobre la Antártida, los
leminos han pasado a llamarse lemmings, ya que su presencia en la
cultura popular ha irrumpido desde el mundo anglosajón. Da igual que
ahora sepamos que no se suicidan en masa. Lo hacen en los famosos
juegos una y otra vez. Nosotros somos los leminos y somos el jugador
que aprieta el botón, es decir, el gatillo. Este “nosotros” es
el enigma de una especie en guerra consigo misma.
Cuando
leo la carta de despedida de Oliver Sachs, que ha muerto de
cáncer a los 82 años, esa carta impresionante que se publicó en
febrero pasado, estoy escuchando la voz de una especie inteligente.
También cuando leo la carta abierta que han firmado 20.000 personas,
entre ellas Stephen
Hawking,
Elon Musk y Steve Wozniak, para que no se desarrollen las “armas
autónomas”, llamadas de forma más descriptiva “robots
asesinos”. En cambio, si me asomo a la web “Guerra fría en
Porton Down”, de la universidad inglesa de Kent, o al libro del
profesor Ulf Schimdt sobre los espeluznantes experimentos de décadas
que hacían el mal en busca de formas químicas y bacteriológicas de
hacer el mal a gran escala, si bien la existencia del proyecto de
investigación de la Universidad de Kent, su esfuerzo por aclarar y
aprender de la oscuridad, es un motivo de esperanza, los datos
recopilados y la historia que desprenden no dejan mucho sitio para
confiar en el ser humano.
La
verdad es que el turismo en Magaluf, la televisión en verano, el
resplandor de los incendios forestales, los jóvenes que se tiran de
los balcones como lemmings con el cerebro lleno de alcohol y drogas
sintéticas, junto a la cortedad de miras de tantas respuestas ante
los desafíos de este mundo cada vez más entrelazado en una gran
trama común, nos hacen pensar que no, que no somos una especie
inteligente. Que los mejores de entre nosotros son pocos y su voz se
oye poquísimo. Somos los lemmings reflejados en nuestras pantallas
mientras destruimos la Tierra que nos alimenta y nos asomamos a un
gran precipicio. Podemos imaginar que pasaremos volando al otro lado.
Al fin y al cabo se han inventado las máquinas voladoras. Pero ahora
estamos en el capítulo de inventar las máquinas que matan solas.
II.
Permítanme
que insista. Somos los leminos, los lemmings de los juegos de
ordenador y los de la tundra. También somos las grandes manadas, el
recuerdo de las migraciones humanas escritas en el exoesqueleto del
planeta, los ídolos quemados en las piras del monoteismo, olas de
hordas y de ángeles, los dioses y los monstruos, los vampiros y los
santos y, por supuesto, los héroes de Marvel Comics en sus
diferentes encarcaciones. La población siria que huye de la masacre,
empujada por el Ejército Islámico y por el gobierno de Bashar Al
Assad, repite la pauta de los grandes éxodos en busca de la tierra
prometida, prometida por el puro instinto de vivir. Si caen al mar es
porque el mar está en el camino de la migración. Somos nosotros,
los europeos y, en general, los occidentales, los que nos parecemos
más a los lemmings del juego. Somos nosotros los que nos tiramos
desde los puentes (les aseguro que yo no, pues el miedo guarda la
viña y la acrofobia nos mantiene a cierta distancia de los abismos).
Permítanme que insista en esta identidad nuestra con los seres que
inventamos para poblar el cielo de las mitologías y el universo,
siniestro o radiante, de lo fantástico. Esas criaturas que creamos
salen de nuestro profundo interior para vivir en el espejo donde nos
miramos cuando queremos saber qué somos y qué debemos hacer.
Animales, dioses, héroes, celebrities o mamarrachos. Todo vale y
todo cuenta. Nuestro espejo, nuestros modelos y nuestros mitos se
fabrican y se repiten en los medios de comunicación, en el arte de
masas y en la realidad virtual donde se replica y se extiende el
mundo. No es indiferente lo que se difunde y lo que se repite, las
efigies y los diálogos, la etiqueta de los deseos, la promesa de los
premios que moldea las aspiraciones, los fracasos y las exclusiones
junto con los triunfos. El espejo tiene vida, aunque no sea vida
propia. El espejo nos incita y nos muestra el camino. ¿Qué buscamos
en los deportes de riesgo, en las alturas, en la velocidad y la
excitación, en los rallies de coches y en las curvas más peligrosas
de las carreteras por las que pasan los rallies de coches? Acaso la
intensidad que confundimos con la vida, tal vez los tópicos y
enormidades de la pantalla, un fragmento del espectáculo continuo,
del envoltorio de estímulos, de sugestiones, de sensaciones que es
el producto más sofisticado de todos cuantos se nos vende. Que la
gente muera tratando de ganarse la vida, de buscarse la vida, de
salvar su vida parece natural y ciertamente aspiramos a que no
suceda. Y entonces resulta que la gente muere en los parques de
atracciones, haciendo “puenting”, viendo un rally de coches en
primera fila, como si estuviera obligada a divertirse hasta la
muerte.
(Se publicó como dos columnas separadas en el diario El Correo en la última semana de agosto y la primera de septiembre)
(Se publicó como dos columnas separadas en el diario El Correo en la última semana de agosto y la primera de septiembre)
martes, 26 de mayo de 2015
lunes, 25 de mayo de 2015
lunes, 18 de mayo de 2015
El coche electoral
No
es la campaña de la uva, pero sí una especie de recolección. El
escritor Felipe Benítez Reyes ha dejado esta frase en Facebook:
“Los altavoces de los coches electorales suenan como los de los
vendedores ambulantes de melones”. Hace poco, mientras
paseaba al perro en una de esas horas fantasma que tienen las
ciudades cuando se ponen tontas, veía pasar y repasar un coche
electoral que acaso había elegido esa hora para cumplir con su
obligación de forma discreta. Era un coche electoral vergonzoso, un poco tímido, que parecía llevar a cabo una tarea vergonzante, quizás porque era domingo, quizás porque estaba ensayando, porque no quería molestar –aún. Las tardes de domingo ya son raras
como la paradoja de una rutina excepcional, pero los coches
electorales no sé bien qué són. Tal vez un anacronismo, un
rasgo de otro tiempo que se cuela en el nuestro, o la
manifestación de otro mundo, un mundo secreto y fantástico como el
de las Crónicas de Narnia pero que no está poblado por faunos y
brujas, sino por cachivaches automáticos y robots de hojalata
gigantes. Se ve que no entiendo bien las campañas de recolección de
votos, porque estos coches de propaganda electoral me parecen fenómenos incongruentes. ¿Para qué sirven? Nadie en su sano juicio puede
creer que van a vender un solo melón o producir un solo voto.
¿Para que sirve poner las caras de los elegibles por toda la ciudad y por las carreteras del campo? En mi ciudad, las caras de los elegibles dan vueltas montadas en el tranvía como en un tío-vivo. Uno de ellos es (lo juro) un personaje sacado de la serie Historias Corrientes (Regular Show). Puede que los otros también, ahora que lo pienso.
Hacer
campaña electoral con coches de estos es como hacerla con sofás
hinchables, sólo que lo segundo es más inteligente, pues
sirve para que el sofá aparezca luego en todos los medios de comunicación con
Esperanza Aguirre sentada en él como si estuviera haciendo algo
además de posar en actitud de cercanía hacia los ciudadanos, que
viene a ser la cercanía mutua que tienen ella y sus votantes de
siempre. En él PP se han quedado tan contentos con el sofá hinchable que luego han repetido la estrategia. Podían haber repetido con muñecas hinchables, pero lo han hecho con bicicletas porque ellos son muy ecologistas, les preocupa mucho la contaminación en las ciudades, la diversificación energética, la promoción de medios de transporte alternativos. La campaña, claro, se desarrolla ahí, en los medios de
comunicación, en las redes y un poco también en las calles, pero no
con coches de venta ambulante. La campaña electoral debería servir
para que los partidos nos hagan llegar sus propuestas y sus
programas (es lo que dice la teoría, ¿qué teoría?), pero una campaña que se hace con un sofá hinchable tipo
chéster, con bicicletas y canciones chungas, con cochecitos que dan vueltas haciendo girar la carraca
de sus lemas y sus melodías irritantes no se distingue de las que
idean los gabinetes de publicidad para vender crecepelo, jabón o ropa de marca. Si
el detergente no lava, si el programa electoral no se va a cumplir,
pues no se cumplió nunca, da lo mismo. La publicidad de un producto que es total o parcialmente creación de la propia campaña se resuelve en un esfuerzo cerrado, frívolo y excitante.
Lo malo son esos coches como piezas rezagadas que se han quedado dando vueltas por la ciudad. Por ellos se ve que el teatro del absurdo no murió con el siglo XX. Fito Cabrales, que es músico y no político, ha dicho refiriéndose a las elecciones que “hace falta que suceda algo”. Hace falta, al menos, que se vaya ese cochecito terrible que no para de dar vueltas sobre su propia música irritante. Ay, si los jabones empezaran a lavar y no nos vendieran estampitas en el tenderete del gran toco-mocho... Eso ya sería fantástico, una revolución silenciosa, interna, definitiva. Pero igual es que preferimos comprar el envoltorio en lugar del producto, igual es que ya ni distinguimos los productos de los envoltorios.
Lo malo son esos coches como piezas rezagadas que se han quedado dando vueltas por la ciudad. Por ellos se ve que el teatro del absurdo no murió con el siglo XX. Fito Cabrales, que es músico y no político, ha dicho refiriéndose a las elecciones que “hace falta que suceda algo”. Hace falta, al menos, que se vaya ese cochecito terrible que no para de dar vueltas sobre su propia música irritante. Ay, si los jabones empezaran a lavar y no nos vendieran estampitas en el tenderete del gran toco-mocho... Eso ya sería fantástico, una revolución silenciosa, interna, definitiva. Pero igual es que preferimos comprar el envoltorio en lugar del producto, igual es que ya ni distinguimos los productos de los envoltorios.
martes, 5 de mayo de 2015
Naturaleza... humana
Después
de la Primera Guerra Mundial los alemanes tenían muchos problemas
económicos pero no suficientes trabajadores extranjeros a los que echar la culpa. El genio inventivo humano y el fantástico torbellino de la
historia encontraron la solución. Lo que sí tenía Alemania era un
buen número de ciudadanos de ascendencia semítica y religión judía
porque en el pasado había sido una tierra tolerante hacia las
minorías religiosas. Abrazando con pasión germánica el viejo
antisemitismo europeo los nazis empezaron a servir el chivo
expiatorio según diversas recetas. No hemos escarmentado y quizás
no lo hagamos nunca. Un partido tan civilizado como el de Rajoy y
Cospedal juguetea con la idea de que los extranjeros vienen a España
a llevarse las ayudas sociales a sus guaridas mientras los cientos de
casos excepcionales que dibujan el mapa de la corrupción se lo
llevan crudo a las guaridas del dinero. En toda Europa la gente
escucha atentamente a quienes les dicen que los extranjeros vienen a
quitarles el trabajo. Es una suerte que al sur de los Pirineos
tengamos a Pablo Iglesias y no a un Adolf Hitler celtíbero
disfrazado de Viriato subiendo en las encuestas como Marine Le Pen en
Francia (en Francia, el que más se parece a Hitler es Jean Marie Le Pen, pero la que sube en las encuestas es Marine).
Esta
idea de ir a por la tribu vecina cuando escasea la caza debe de estar
integrada en la circuitería genética y es una tendencia tan sólida
que ha dado lugar a culturas enteras basadas en la guerra, el saqueo
y la rapiña. En la web de Radio 4, pero de la BBC, hay un programa
de historia de las ideas (de esos que ya no son posible en RNE) donde
se puede escuchar la voz de Carl Jung. Impresionante. Estos ingleses
tienen grabada la voz de Jung y la voz de Jung dice: “Necesitamos
más psicología, necesitamos más comprensión de la naturaleza
humana porque el único peligro real que existe es el hombre mismo.
Sabemos muy poco de la naturaleza humana, apenas algo más que nada”.
Los
vikingos volvían a casa con el botín, los antiguos romanos
ampliaban el territorio del Imperio en busca de los recursos que
necesitaban y los nazis estaban obsesionados con ampliar el “espacio
vital”. Cuando Hitler hubo ensayado bastante en su espacio
doméstico fue a por los vecinos, que tenían territorio y cuentas
bancarias. La existencia de una naturaleza humana común encuentra en
esta conducta uno de sus más sólidos hilos conductores. Si el que
puedes considerar diferente está en tu barrio o en el barrio de al
lado y es dueño de un bazar o de una sastrería resulta mucho más
fácil ir a por él que si hay que cruzar la frontera. Es lo que
están haciendo los sudafricanos. El país va mal, así que ellos van
a por los nigerianos, los somalíes, los mozambiqueños y los
paquistaníes. La tribu y el territorio, dos conceptos de raíz
biológica que ayudaron a sobrevivir a nuestros antepasados, podrían
ser, si seguimos así, la estupidez definitiva.
lunes, 27 de abril de 2015
Adjetivos. Un artículo de 2014
Es
una pena que los adjetivos se conciban como un adorno y se usen para
que el tópico insustancial se haga presente junto al nombre. Es una
pena porque es penoso. A veces parece que el lenguaje de la publicad
es todo el lenguaje, a juzgar por la frecuencia con que las playas
son paradisiacas, los recuerdos entrañables, los marcos
incomparables y los caldos exquisitos. El lenguaje de
la publicidad tiende, en efecto, a ser todo el lenguaje, a invadirlo todo. Para
ello debe matar al adjetivo, matar su poder de establecer relaciones
o de detectar relaciones entre partes de lo real, su capacidad de
entrar en la complejidad viviente de lo real. Cuando aparece
antepuesto al nombre, como si fuera un epíteto, el proceso se ha
completado y la palabras en cuestión ya no aporta nada: así las
vacaciones merecidas pasan a ser merecidas vacaciones, es decir,
vacaciones a secas pero con un pegote antepuesto que alguna vez quiso
decir alguna cosa.
El
adjetivo no es un personaje inocuo que aparece brevemente en escena,
saluda y se va, sin consecuencias. El lenguaje nunca es inocente.
Cuando el adjetivo carga las frases con los topicazos, cursis o
tremendos, de una realidad hecha para que no se vea lo real, está
siendo cualquier cosa menos inocente. El adjetivo es especialmente
útil para convocar en una fórmula sintética esa afición que tiene
lo real por las contradicciones y las paradojas. La realidad está
siempre combinando y mezclando cosas, incluso en combinaciones que
parecen imposibles.
La realidad social hace eso. Y hace cosas que no
vemos, pero aquello que está fuera del alcance de la vista a veces
lo está por ser muy pequeño, como los diez elementos químicos que
se han descubierto desde que Rubalcaba dejó la enseñanza, o por ser
muy grande, como la galaxia en la que estamos incluidos según todos
los indicios. Además hay muchas cosas que simplemente están fuera
de nuestro foco de atención mientras los adjetivos saltan por los
suculentos manjares y por todos los espectaculares espectáculos del
mundo hecho espectáculo a 24 dólares la entrada si se trata del
mausoleo del 11S (nos lo contaba Mercedes Gallego en el diaro El Correo).
La política misma, que es una cosa intrínsecamente
pública, tiene un extenso lado invisible, como cuando Europa y los
Estados Unidos de América negocian ese tratado comercial del que se
habló antes de las últimas elecciones europeas y ya no se habla y
nada se sabe, aunque cuando sea misteriosamente aprobado condicionará
nuestras vidas.
Quizás de lo que se trata es precisamente de mantener oculto el origen de los
marcos económicos, jurídicos etc que crean las condiciones de la
prosperidad o de la ruina, de la libertad o la opresión, para que
pensemos que son naturales, inevitables, insoslayables, como los
adjetivos que siempre están ahí porque los demás adjetivos han
sido retirados de la circulación, porque ya no hay otros.
miércoles, 22 de abril de 2015
Voces. Un artículo de septiembre de 2013
Oigo
voces. Pongo la radio y oigo voces, pongo la tele y oigo voces, leo
los periódicos, los tweets de mis amigos, y una voz los lee en mi
cabeza. La voz de mi cabeza lee las lineas de su monólogo interior.
La blogosfera está llena de opiniones; las páginas de información,
llenas de declaraciones. Cristiano Ronaldo ha dicho que en la vida
hay cosas más importantes que el dinero, pero mi voz interior ha
replicado que sin duda las hay para él, puesto que el dinero no es
algo por lo que tenga que preocuparse. Javier Cercas ha dicho que el
derecho a decidir es un engaño urdido por una minoría para imponer
su voluntad a una mayoría, y he pensado en los lugares donde te
parten la cara si sueltas esa frase, así que igual tiene razón
Javier Cercas, y eso lo digo yo que no estoy para nada en contra de
los referendums o referenda o como se diga. Ahora que la “vía
catalana” suena más que la Vía Láctea y por supuesto mucho más
que la Vía Apia, hay voces en el País Vasco que inauguran un viejo
camino. «Con toda la humildad, pero alto y claro, trasladamos el
llamamiento a emprender la 'vía vasca' porque nuestro pueblo lo
pide» ha dicho Pernando Barrena. Pernando Barrena oye “la voz del
pueblo”. A ver, oir ciertas cosas no está al alcance de todo el
mundo. Quizás los emperadores de la antigüedad oían la voz del
pueblo romano y es sabido que Hitler oía la voz del pueblo alemán,
pero un político corrientito sabe lo que le dicen las encuestas, las
peticiones con recogidas de firmas y los resultados de las
elecciones. Las voces que yo oigo son menos épicas. Aparte de
escuchar esa voz que siempre va conmigo (algo así decía Antonio
Machado) escucho lo que la gente dice en la parada del autobús, lo
que dicen los muertos que dejaron algo escrito y publicado, lo que
dice Rajoy cuando dice algo, lo que dice Rubalcaba sobre la solución
federal, lo que dicen que dirá la Troika (uy, qué miedo), lo que
dicen que dice la juez Alaya, lo que dicen Urkullu, Ortuzar y López
después de firmar el pacto entre el PNV y el PSE para asegurar la
gobernabilidad de Euskadi, lo que decía el periodista Manu Álvarez
ayer cuando escribía que “la reforma fiscal que han pactado (...)
PNV y PSE da un tajo a las aportaciones a los planes de pensiones, a
la deducción por adquisición de vivienda habitual, a los
rendimientos obtenidos del ahorro, a la exención de las
indemnizaciones por despido y a la deducción para los mayores de 65
años (…) Pero, sin embargo, no hace ni mención a la posibilidad
de retocar el régimen especial que tienen los políticos vascos, que
deducen de su base imponible la totalidad del dinero que entregan a
sus partidos.” Oigo todas estas voces y muchas más. Son
demasiadas. Hasta oigo a mi ordenador leyendo “Abril es el más
cruel de los meses” en inglés, con acento británico. Y ni
siquiera estamos en abril.
miércoles, 8 de abril de 2015
martes, 7 de abril de 2015
sábado, 4 de abril de 2015
martes, 24 de marzo de 2015
Puertas giratorias
El
profesor Antonio García Berrio en sus libros de teoría literaria ha
definido lo que él llama “esquemas de orientación y
espacialización imaginaria”. Antes de mayo de 2014, o sus
vísperas, el discurso político que resonaba a nuestro alrededor era
algo estancado, una especie de tensión inútil lo mismo que el
hombre (es decir, la especie humana) era una pasión inútil para
Sartre. Desde esa fecha o por ahí se ha hecho más dinámico y se ha
orientado mejor en el espacio. Ya no tenemos sólo el eje
izquierda/derecha, que había adquirido una fijeza de habitación
reflejada, ahora tenemos el eje arriba y abajo, que es claro y
evidente para cualquier peatón del mundo, y que no pertenece sólo
al título de una famosa serie de televisión británica de los años
70. Ahora tenemos discursos que ascienden y levantan, frente a los
discursos que se mantienen y se sujetan, pero además tenemos
metáforas espaciales que encajan en la realidad como una llave en su
cerradura, y tenemos más lugares imaginarios por los que conducir
nuestra visión de la actividad social y política.
El
espacio y el pensamiento están íntimamente ligados, enredados como
el cuerpo y el cerebro. El investigador Daniel Wolpert, que es
ingeniero, médico e investigador en el campo de la neurobiología,
afirma que la única razón por la que la naturaleza ha dado lugar al
cerebro es la creación de movimiento adaptativo y complejo. El
cerebro nace de la necesidad de movimiento dirigido en el espacio, de
la necesidad de interactuar con el medio a través de ese movimiento,
de la posibilidad de ejercer una influencia sobre el exterior. Eso lo
saben bien quienes han puesto en circulación la imagen de las
“puertas giratorias” y quienes usan los caminos circulares entre
la administración pública y la empresa privada, entre la empresa
pública y la administración privada, que eran sobradamente
conocidos pero que ahora se ven de otra manera: mal y en forma de
puertas giratorias. Estas puertas y el clientelismo forman una gran
estructura orgánica que mirábamos como se mira la fatalidad. Lo ha
dicho Manu Álvarez, corresponsal económico del El Correo, al
comentar el “caso Kutxabank”. En menos de una década (o sea el
tiempo que llevamos metidos en esto que se llama crisis económica)
hemos pasado de ver estas “actuaciones casi con complacencia –como
si fuese un mal inevitable–” a verlas con mucha, pero mucha
“suspicacia”. El pensamiento tiene a menudo forma espacial, de
lugar o de trayecto, de aproximación o de distancia, pero ninguna
otra cosa puede expresar ese ir y venir, ese entrar y salir, ese
subir y bajar que no sean las escaleras y los pasillos, las
habitaciones, los ascensores y las puertas. Sobre todo las puertas, y
más si giran y giran y giran...
(Este artículo se publicó en el diario El Correo el 10 de marzo de 1015)
lunes, 23 de marzo de 2015
Mural en un túnel
Esto
es un mural en un pequeño muro, hecho con técnicas de collage y
claroscuro, imágenes recortadas, videos que recomienzan sin fin, las
caras de los ministros de Rajoy en un monte Rushmore de plastilina,
arte pop y dibujo con espray negro sobre el azulejo amarillento del
túnel. Es un muro en una estación por la que pasa un río de
personas, es una pantalla de pantallas. Esperanza Aguirre desarrolla
su show Aló Espe en un recuadro que desaparece de un sitio y aparece
en otro y vuelve a aparecer siempre a la hora de los informativos. La
exministra Ana Mato acude a un juzgado a recoger el auto del caso
Gurtel y es abucheada por un grupo de preferentistas. Álvaro
Lapuerta, tesorero del PP antes que Bárcenas, acude a un juzgado a
recoger el auto del caso Gurtel, le rodean los preferentistas (no es que quieran estrecharle la mano). Jesús
Sepúlveda, el ex de Ana Mato, sale del juzgado; Miguel Blesa sale
del juzgado (otro juzgado o el mismo) y los preferentistas los quieren linchar (a ambos). Extraño país
este que ha dado origen a un colectivo de personas llamado
“preferentistas” donde “preferentista” quiere decir “estafado
con acciones preferentes”.
Pero sigamos con nuestro mural (mirándolo o haciéndolo): hay fotos del
expresidente Aznar con Bush y con Blesa y fotos del presidente Rajoy
con todo el mundo y fotos del pequeño Nicolás. También hay frases
y pintadas.
Titulares:
El PSOE presenta la reprobación de Montoro
por 'falta de colaboración con la justicia'
El bono social de
la tarifa eléctrica deja sin protección a 22.600 usuarios en un
año
26.500 familias perdieron su vivienda en 2014
Anticorrupción investiga un contrato a dedo al despacho que fundó
Montoro
Tribunal de cuentas estudia un alquiler que firmó
Alonso.
Hay una tira cómica no demasiado cómica en la que se ve
una figura que sale de la sombra hasta que le ilumina la luz
plenamente y entonces comprobamos que va cargado de armas: es el
ministro Pedro Morenés, ese caballero tan fino. Por otro lado se ve
también también a Francisco Granados, ese caballero no tan fino. No
falta la famosa foto de Alberto Nuñez Feijoo, actual presidente de
la Junta de Galicia, con el narco Marcial Dorado en un yate, ni el
ático de Ignacio González. No falta Rodrigo Rato haciendo sonar la
campana de Bankia. No falta el entrañable José Antonio Monago
jugando al pádel en el anfiteatro romano de Mérida. En una puerta
giratoria bien grande está el ministro Luis de Guindos representando
un viaje temporal que conecta el gobierno de Aznar y el de Rajoy,
Lehman Brothers y la función pública, Renfe, Endesa y el ministerio
de Economía.
Más titulares:
Hacienda reclama 17.000
euros a un niño de cinco años tras el suicidio de su padre
Una mujer de 43 años se
suicida en Antsoain tras no poder renegociar su hipoteca
Hay dibujos expresionistas bastante siniestros en los
que se reconocen caras como la del comisario Villarejo o la del
coronel Lezcano-Mujica.
Lo peor, pues este mural ya es malo en sí
mismo, es que no es más que uno de tantos y todos juntos forman un
mural mucho más grande y pavoroso.
(Se publicó en el diario El Correo el día 17 de marzo de 2015 una versión ligeramente más corta y con dos titulares menos)
miércoles, 4 de marzo de 2015
Las chicas del club nocturno
Las
chicas del club nocturno salen a veces
de dos en dos, de una en una,
al día que se estrella en sus gafas de sol.
de dos en dos, de una en una,
al día que se estrella en sus gafas de sol.
Van a
la oficina de correos o al supermercado,
van a mandar dinero a sus lejanas
familias de lejanos
países.
van a mandar dinero a sus lejanas
familias de lejanos
países.
Van a
la compra, visitan a un cliente.
Hablan por el móvil. Regresan de una cita.
Hablan por el móvil. Regresan de una cita.
Recogen
el almuerzo en el bar.
Recogen
el vestido en la tintorería.
Luego
vuelven
a la calle, a la puerta, al piso,
al tramo de escaleras
que desciende.
a la calle, a la puerta, al piso,
al tramo de escaleras
que desciende.
Las
chicas del club nocturno salen al día
poco y por turnos.
poco y por turnos.
Hoy
ríen, felices de verse así, casi libres
durante casi una hora.
durante casi una hora.
A su
alrededor, todo el tiempo del mundo
se compra, se vende.
se compra, se vende.
Algún
idiota las mira
con aire de superioridad.
con aire de superioridad.
miércoles, 11 de febrero de 2015
La lista Falciani y la vida del dinero
Qué
bien vive el dinero en el mundo encantado de la magia financiera y en
los paraísos donde tiene su residencia, lejos de las sucias manos de
los desharrapados que con frecuencia tienen su residencia a la
intemperie. Allí huelga y engorda dulcemente. Hay algo en la
naturaleza humana que tiende a la acumulación y la desmesura. Habría
que habilitar mecanismos sociales para que esta tendencia no se nos
fuera de las manos, pero en general se hace exactamente lo contrario.
Algunos miles de los muchos millones de euros que suma la lista
Falciani proceden de España, donde el Estado no consigue recaudar lo
necesario para ofrecer buenos servicios sociales. Es lo que nos
dicen. Que no hay dinero. La idea es que hemos estado viviendo por
encima de nuestras posibilidades pero sobre todo en cuanto a
servicios públicos. No nos podemos permitir ni la Sanidad que
teníamos, que ya era muy mejorable, ni la que tenemos ahora, y por
eso hay que hacer que encoja y que dependa de ciertas empresas
privadas, aunque oímos decir todavía que es la mejor del mundo, y
se ve que por eso la están cambiando, para que no sea la mejor del
mundo, que es algo que no nos corresponde (pregunten a la señora
Merkel).
Es
imprescindible, nos dicen, que el Estado invierta menos en educación,
en investigación y en ayuda a la dependencia. Bueno, eso nos decían
al principio de la legislatura, ahora nos quieren hacer creer que ni
se gasta menos ni se muere la gente en las listas de espera. Entonces
sale a la luz la lista Falciani y el ministro Montoro nos recuerda
que eso es viejo, que es un viejo material de pufos antiguos,
fortunas ya amnistiadas y viejas trampas legales. Pero en realidad es
un registro de los últimos años donde se hunde con estrépito (y
muchos daños colaterales) el argumento en favor de la desigualdad
según el cual cuando los que más tienen ganan sin tasa y tienen
oportunidad de ganar más se produce enseguida, por virtud de una
misteriosa e irrefutable ley económica, un efecto beneficioso para
la sociedad entera en forma de creación de empleo.
La
lista Falciani, que es sólo una de entre todas las listas posibles
de fortunas legales e ilegales, es la demostración de que en el
mundo existe más riqueza de la que sus dueños podrían gastar en
varias vidas y que, sin embargo, esa riqueza no crea empleo, sino
que, apocada y pudibunda, se recoge en las sombras para no ser vista.
Estudiando a través de la lista Falciani los hábitos de las grandes
fortunas resulta que estas tienden a recluirse en las prisiones de
lujo de la banca suiza donde no puedan ser de utilidad a nadie, ni
siquiera a sus dueños, pues a partir de un determinado número de
cientos de miles el dinero ya sólo sirve para ser acumulado. ¿Para
qué quiere tanto dinero esta gente? Básicamente para que no lo
tengan otros. Por eso el dinero se va a Suiza, a Andorra y a donde
haga falta para no pagar impuestos. Hay quien incluso se marcha él
mismo a Suiza y fija allí su residencia (o al menos eso dice) con
tal de no contribuir a que los ciudadanos de su país tengan buenos
hospitales, protección social y escuelas para sus hijos. No habrían
dejado de ser asquerosamente ricos si hubieran pagado a Hacienda
(unos miles o millones menos no habrían afectado a su tren de vida)
pero ellos, nos explica la lista Falciani a través de los
periodistas que la analizan y escrutan, enviaban sus fortunas a los
exclusivos internados donde se las mantenía ocultas para mantenerlas
intactas. Allí se codeaban con las fortunas de las estrellas del pop
y los tiranos, los traficantes de drogas y de armas, los señores de
la guerra y los jefes del terrorismo internacional.
No
todos los que tienen cuentas en Suiza las mantienen allí eternamente
ociosas, pues algunos las utilizan para comprar bombas y carros de
combate, y tampoco todos ellos han quebrado la ley: es perfectamente
legal tener dinero en Suiza. Pero ¿quién querría llevarlo allí si
no es para eso que se resume en la frase “defraudar al fisco”.
Seguramente con los impuestos que no han pagado los españoles que
tienen su dinero en la filial suiza del HSBC (sobre todo los que con
el sabio consejo del banco se lo han llevado a paraísos fiscales más
exóticos y aún más impenetrables) se podría comprar mucho Sovaldi
y hasta pisos para alojar a quienes no tienen casa, aunque si luego
Ana Botella se los vende a un fondo buitre no habremos adelantado
gran cosa. Según Álex Madariaga, de ATTAC Cataluña, sin evasión
fiscal el Estado español tendría superávit, pero las sanciones a
los defraudadores millonarios son de risa y los Gobiernos no se
emplean a fondo en la tarea conjunta de eliminar los paraísos
fiscales. Al señor Montoro le tiene que poner una lista de evasores
delante de las narices para que los vea. Es que meter en vereda a las
grandes fortunas da algo así como vértigo. Cuánto más fácil es
cortar y recortar los servicios públicos y exprimir un poco más las
rentas del trabajo, que esas no pueden irse a Suiza y menos aún a
las Bahamas.
viernes, 30 de enero de 2015
Día de Reyes de 2015
"La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa,
tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que
llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al
Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres
nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar..." Imagen y texto de Wikipedia
Día de Reyes
Artículo publicado en el diario El Correo el 6 de enero de 2015
Para
los reyes del mundo todos los días son días de Reyes. Los reyes del
mundo no llevan corona ni andan por ahí gritando “yo soy don Juan,
emperador de todos los reinos del mundo” como el delirante
personaje de Lobo Antunes. En cambio hoy, sólo hoy de entre todos
los días del año, es día de Reyes para unos cuantos millones de
currelas de unos cuantos países de habla hispana, siempre que sean
currelas en ejercicio, es decir, currantes, y siempre que no
pertenezcan al crecido y aún creciente grupo de trabajadores que, a
pesar de trabajar a jornada completa, son pobres, a veces demasiado
pobres. Pues como el mundo no sólo es injusto sino además cruel,
los Reyes Magos no visitan las casas de quienes no tengan ingresos
suficientes para costear la visita. Es verdad que existen unas
medidas paliativas para suavizar este efecto de la organización o
desorganización social, pero los regalos caritativos no llegan a
todos los hogares en los que la calefacción ya no se enciende, y en
el ancho fondo donde subsisten los que nacieron en la carencia de
casi todo no hay suelo fértil para cultivar ninguna posibilidad de
mejora, ningún fruto que llevarse a la boca o a la inteligencia,
ningún regalo de reyes. Los reyes de la casa de una parte de la
clase media española se han visto destronados cuando sus padres
perdieron el empleo mientras los servicios sociales destinados a
menores se reducían casi un 15% desde 2010. Unicef da una cifra de
2,3 millones de menores por debajo del umbral de la pobreza para el
reino de España, donde los Reyes Magos, más por magos que por
reyes, nos han traído esa otra cifra, la que publicó ayer el
Gobierno para alegrarnos la noche y poco más con su punzada de
optimismo: 253.627 parados menos nos ha dejado 2014 y un total de 4,4
millones de personas inscritas en las oficinas de empleo. De quienes
no buscan empleo porque ya desesperaron no dicen nada las
estadísticas. En este país de países y en los diferentes países
por los que se reparte el paisanaje los recursos que quedan después
del encogimiento de la economía y de las fugas de capital ya sólo
dan para alimentar las redes clientelares, que al fin y al cabo
tienden a comérselo todo. Fuera de ellas hay vida pero no mucha
esperanza. Sin embargo, quienes se han quedado dentro de la red donde
se trabaja y se vive han decidido volver a esquiar, pues oyen decir
cada día que ya no se pierde empleo sino al revés, y si han
conservado el suyo hasta ahora empiezan a pensar que podrán
conservarlo de aquí en adelante. El país, sus países y paisanos,
abren hoy su regalo de reyes. Nadie encuentra lo mismo dentro del
paquete y a los Reyes Magos les robaron ayer 700 kilos de caramelos
en Durango, pero no en Mexico sino en Euskadi, donde también se
roban caramelos y se cuecen habas en el roscón de Reyes.
miércoles, 28 de enero de 2015
¿Cómo vive la gente?
La
gente vive como puede.
El que puede vive en un palacio.
El que puede vive en una casa.
El que no tiene casa, vive en una choza
El que no tiene choza busca refugio
bajo los pasos elevados de las autopistas,
debajo de los puentes,
en los cajeros automáticos,
(en las cuevas urbanas).
El que puede vive en un palacio.
El que puede vive en una casa.
El que no tiene casa, vive en una choza
El que no tiene choza busca refugio
bajo los pasos elevados de las autopistas,
debajo de los puentes,
en los cajeros automáticos,
(en las cuevas urbanas).
Noche
resplandeciente de los umbrales
de las Cajas de Ahorros, donde la luz
nunca se apaga. ¿Cómo es dormir allá,
bajo esa luz que, sin piedad alguna,
de las Cajas de Ahorros, donde la luz
nunca se apaga. ¿Cómo es dormir allá,
bajo esa luz que, sin piedad alguna,
llama
al insomnio? Hay quien, por no tener,
ni aún tiene sueño.
ni aún tiene sueño.
Tranquiliza
pensar que son distintos
esos seres que la vida destruye
poco a poco a la intemperie.
Tranquiliza decir que son tan libres
como los pájaros,
esos seres que la vida destruye
poco a poco a la intemperie.
Tranquiliza decir que son tan libres
como los pájaros,
los
gorriones que peinan las aceras
en busca del sustento.
en busca del sustento.
Pero
son solamente
quienes, cuando llegó la noche, no encontraron
el modo de volver.
Quienes se confundieron
de camino,
y fueron expulsados.
quienes, cuando llegó la noche, no encontraron
el modo de volver.
Quienes se confundieron
de camino,
y fueron expulsados.
Los
que no fueron ya
útiles, convenientes, productivos.
útiles, convenientes, productivos.
Vieron salir del cuerpo del azar
el número que abría la puerta de la calle
y cerraba la puerta de su casa.
El
juego que jugaban y que nunca eligieron
cargó los dados y marcó los naipes.
cargó los dados y marcó los naipes.
Las
puertas se cerraron y se abrieron las calles.
Así que viven como pueden.
Como todos.
(La primera versión de este texto es de 2007 o 2008. Era larga y farragosa así que en 2013 fue purgada en favor de esta versión más concisa y más que suficiente)
Así que viven como pueden.
Como todos.
(La primera versión de este texto es de 2007 o 2008. Era larga y farragosa así que en 2013 fue purgada en favor de esta versión más concisa y más que suficiente)
miércoles, 21 de enero de 2015
Mexico o el dolor
Este artículo se publicó en el mes de diciembre de 2014 en el diario El Correo
No
es un grito desgarrado. Es una expresión justa y desgarradora, la
proclamación pura y terrible del dolor: “Ya no puedo aguantar más,
mi hijo me duele”. Las velas, las flores, las fotografías no
consuelan a Ezequiel Mora. Las fotografías de su hijo en las
pancartas le hacen llorar. Este llanto de un padre por su hijo
asesinado es un eco que se transmite por todo Tecoanapa arrastrando
su duelo, y desde el estado de Guerrero, en México, sale al mundo.
Pero el punto primigenio del dolor sólo lo pueden igualar los otros
padres que han perdido a sus hijos de la forma más rastrera e
injusta, allí donde se alían violencia y opresión, sea en México
o en otra parte cualquiera del globo. Mexico es un emblema poderoso y
extremo de esta lucha que se libra en todas partes, la resistencia de
los que no tienen poder contra el poder que los aplasta, los embates
del poder sin freno contra aquellos que le estorban. Alexander Mora,
de 19 años, uno de los estudiantes desaparecidos la noche del 26 de
septiembre, es ahora el nombre de todas las víctimas, en el instante
en que la luz ilumina su identidad en el mosaico de víctimas y
victimarios, de poderes oficiales y poderes en sombra que se reparten
el mundo. Durante un momento la luz arde sobre sus restos quemados
con diésel en un basurero. Durante un momento toda la prensa del
planeta escribe su nombre. La policía municipal de Cocula puso a 43
estudiantes de magisterio en manos del cartel Guerreros Unidos, como
quien dice el ejército privado del alcalde José Luis Abarca y su
esposa. Uno de esos jóvenes era Alexander Mora. Lo dicen los peritos
mexicanos y lo dice la Universidad de Innsbruck. En un laboratorio de
esta universidad austriaca se han analizado los restos de ADN
encontrados en un basurero próximo a la ciudad de Iguala. México es
un país magnífico y terrible que lleva la muerte por fuera como un
estandarte. Ese pueblito fantasmal que se llama Comala y que es el
alma de México en el relato de Juan Rulfo titulado Pedro Páramo
está situado a todos los efectos “en la mera boca del infierno”.
Las relaciones entre el Narco y las instituciones el Estado son
inquietantes, son desesperanzadoras. ¿Hasta donde llegan? ¿Qué
poderes, legales o ilegales, están contaminando o minando el poder
del Estado en todo el mundo? El mundo es una red de ecos, de
relaciones cada vez más espesa. Alexander Mora Venancio, que quería
ser maestro, es la presencia de una realidad que quiere esconderse,
borrarse, quemarse, pero que sale a la luz. Es la esquirla que brilla
en el campo de las ejecuciones. Lean a Homero Aridjis, el gran poeta
mexicano. Lean sus “Noticias de la Tierra”, que son artículos
donde se ve que la violencia contra la naturaleza y la violencia
contra el ser humano es la misma. Lo que sucede en México sucede en
la Tierra.
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